sábado, 11 de febrero de 2017

El dios de los perdidos

DIARIO DE UN JODIDO NOCTAMBULO
Día 13 


El dios de los perdidos

La luna ha dejado de quemarme la piel.
Se me rompió el reloj hará un par de noches atrás. Las mesuras astrales por las que se rige el tiempo y el espacio aquí, ya se han tornado algo natural para mi. Ya no tengo forma alguna de saber que hora es en mi estimada y lejana tierra natal.
El paisaje es árido, pero sorprendentemente bullicioso en formas de vida salvaje y complejas para la mente acostumbrada a la esperanza y a la televisión en domingo.
El idioma de los nativos es un tanto complejo. Para empezar a entender su lenguaje debes empaparte primeramente, de su cultura y sus dogmas antiguos y sagrados. Sus valores se perciben como un elemento casi metafísico al principio.
La idea de la confianza juega un papel muy importante.
Paradójicamente los sabios desapercibidos del lugar, siempre dispuestos a transmitir su legado cultural, acaban concluyendo orgullosos en lo peligroso que puede resultar confiar en más que uno mismo.

Al principio estaba preocupado por lo difícil que percibía una verdadera integración que permitiera mi supervivencia aquí.
Nunca hubiera imaginado que llegaría el día, en el que fuera escogido como profeta de sus dioses.

Sigo sin comprender a estos seres compuestos de elementos etílicos y volátiles.
Aún así, han empezado a tomar mis palabras como una especie de interpretación de los mandamientos sagrados.
Empiezo a sentir el peso y la tensión del hilo que separa nuestros mundos.
O a lo mejor es el tercer chupito whisky.

Hoy he soñado con la luz del sol.


No hay comentarios:

Publicar un comentario